25 sept 2007

Radares invisibles

Los nuevos radares piezoeléctricos parece que van a causar “estragos” en las carreteras españolas. Su carta de presentación, ser casi invisibles a la vista, indetectables por los aparatos antirradar, cubrir todos los carriles de la carretera y como no, ser mucho más baratos.

Sensores instalados en la calzada –ocultos bajo el asfalto o en su superficie- se activan con el peso del coche en dos puntos distintos, con lo que determinan a qué velocidad ha pasado el vehículo (velocidad = espacio/tiempo). Después, mandan una señal eléctrica a la cámara encargada de tomar la prueba fotográfica en caso de registrarse infracción.

Así de sencillo: sin láser ni ondas. Los inhibidores no tienen nada que hacer. Tampoco se pueden detectar a la vista y, como son mucho más baratos que los actuales cinemómetros, podrían minar las carreteras en poco tiempo. De hecho, la tira de sensores se instala en todos los carriles de circulación: algo que todavía no miden los actuales radares láser.
Los radares piezoeléctricos son unos apartatos que ya funcionan en Gran Bretaña. Cataluña es la primera región en instalarlos. Según comunicó el Servei Català de Trànsit (el máximo responsable de Tráfico en esta comunidad), “las pruebas se han llevado a cabo de manera muy satisfactoria” .

El objetivo de esta puesta en marcha en dos fases de estos radares ha sido comprobar si hay comportamientos distintos entre los conductores que circulan por carreteras donde se avisa de que la velocidad está controlada per radar y las que no. Los resultados arrojan la conclusión de que los radares no anunciados «cazan» más conductores temerarios. Y es que hasta el 15 de agosto, los seis radares piezoléctricos registraron 136.267 infracciones, de las cuales 54.697 correspondían a los radares publicitados y 81.570 a los no publicitados.

Hasta ahora, sólo tres de estos radares estaban señalizados y sancionaban (uno en la A-2, a la altura de Castellolí (Barcelona), y dos en la C-31, en el término de Badalona (Barcelona)). Los otros tres, no estaban publicitados ni sancionaban a los infractores, pero partir de ahora si serán de temer. Los nuevos «delatores» de los conductores temerarios estarán ubicados en la AP-7, a la altura de Castellbisbal (Barcelona), en la A-2, a la altura de Sant Joan Despí (Barcelona) y también en la A-2 a su paso por Cervera (Lleida).


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